La vida es un proceso de maduración, descubrimiento y encuentro. Nosotros somos muy conscientes de lo mayores que nos hemos hecho, tenemos una pequeña pero preciosa historia de vida que atesoramos y que nos hace estar orgullosos. Es precisamente este orgullo el que nos posibilitó el pasado jueves compartir dicha historia con unos amigos nuevos. Estos amigos nuevos también tienen su historia, una larga e interesante historia repleta de anécdotas, aventuras, cariño y aprendizaje. Juntos aprendimos unos de otros y nos ofrecimos gratuitamente ternura, compañía y cariño. Sin duda, es ésta la mejor manera de realizar aprendizajes de los que dejan huella y nos hacen convertirnos en grandes personas. ¿Os contamos cómo fue?
Primero salimos muy ilusionados hacia el centro de día para mayores Padre Menni de la calle Tetuán. Cuando llegamos, nos entró un poco de vergüenza...
Primero salimos muy ilusionados hacia el centro de día para mayores Padre Menni de la calle Tetuán. Cuando llegamos, nos entró un poco de vergüenza...
Vergüenza que pronto desapareció y dio paso a la naturalidad que nos caracteriza: nos presentamos, preguntamos por los nombres de y a nuestros nuevos amigos, les contamos lo que nos gusta hacer y hasta quisimos saber qué edad tenían pues nuestros amigos eran tan mayores para nosotros que pronto nos dimos cuenta de que eran ancianos.
Después, pensamos en qué podríamos ofrecerles, lo cierto es que desde clase les llevábamos preparada una sorpresa: les regalaríamos un recital con las canciones y poesías que hemos aprendido este curso. A su vez, nuestros nuevos amigos nos vitorearon, aplaudieron y acompañaron durante toda la actuación. Tanto les gustó que nos pedían más y más. Para entonces, todos estábamos rechiflados, ya parecía que nos conocíamos de siempre y se notaba lo encantados que estábamos en el ambiente.
Tras la actuación, estábamos agotados y nuestros amigos nos invitaron a un aperitivo delicioso y repleto de manjares riquísimos. ¡Así da gusto!
Luego de almorzar, fuimos a conocer a unos cuentos amigos que aún nos quedaba por saludar. Resulta que como a nosotros, les encantan los puzzles y juntos armamos montones de ellos. ¡Qué divertido!
Finalmente, llegó la hora de despedirnos pero con la promesa de seguir encontrándonos porque no hay mejor manera de aprender y disfrutar de la vida que encontrándonos y acompañándonos unos con otros.
¡MUCHAS GRACIAS!
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